Historiadores del Cristianismo Primitivo han reconocido que los 27 libros del Nuevo Testamento no son las únicas fuentes de información sobre el Cristianismo primitivo. Textos como la Didajé, el Pastor de Hermas, las cartas de Ignacio y 1 y 2 Clemente también forman parte del patrimonio de la iglesia moderna. Son textos generalmente “ortodoxos” que nos dan un vistazo sobre diversos personajes y comunidades de los primeros siglos de la iglesia. Yendo más allá del Nuevo Testamento, descubrimos que el movimiento cristiano era más diverso de lo que habíamos pensado. Estos textos nos ayudan a capturar una imagen más clara de las diferencias que existían entre aquellos que se identificaban como seguidores de Cristo.

No obstante, entre la literatura “Cristiana” de los primeros siglos, también hay textos que presentan un cristianismo significativamente ajeno a lo que se practica hoy en día.  Algunos textos hablan de 2 dioses: un dios de los Judíos que creó el mundo, y otro dios quien es el Padre de Jesucristo. Otros textos enseñan que Jesús nació como un hombre normal, de José y María, y que “se volvió” Dios en el momento de su bautismo, cuando fue adoptado por el Padre. Y hay otros textos que hablan de la niñez de Jesús contando, por ejemplo, como él dio vida a varios pajaritos que había formado de barro.

Para los cristianos evangélicos, los textos en la segunda categoría son sencillamente libros rechazados por la iglesia por sus errores doctrinales e inventos históricos. Pocos eruditos evangélicos han dedicado mucho tiempo al estudio de ellos.

No obstante, en los últimos 20 años ha habido mucho interés, fuera del mundo evangélico, en el descubrimiento de los autores y las comunidades que produjeron estos textos marginalizados y rechazados. Se ha preguntado si no existían “otros Cristianismos”: comunidades que se autodenominaban “Cristianos”, y que no sobrevivieron. Varias personas están preguntando: ¿Cómo podemos saber si nuestra versión del Cristianismo es la “verdadera”?  Reconociendo que habían divergentes expresiones del Cristianismo en los primeros siglos, y que habían conflictos entre ellos, tal vez hemos heredado simplemente el Cristianismo de los “ganadores”, la Iglesia “oficial.” Tal vez exista la posibilidad de descubrir el verdadero Jesús en estos textos que se habían perdido, los textos suprimidos por Roma.

El Evangelio de Tomás frecuentemente sirve como el eje del tales debates. Si de verdad existía un cristianismo legítimo en los primeros siglos, que luego fue perdido (o suprimido), muchas personas piensan que este documento lo revela. Por tanto, es importante que todos los Cristianos estemos familiarizados con los puntos básicos en el debate sobre este texto.

La historia moderna del Evangelio de Tomás empieza en Egipto, en el año 1945. Cerca de una aldea llamada Nag Hammadi, un joven beduina estaba labrando la tierra, cuando su pala golpeó con un tarro enterrado. Al abrirlo, descubrió varios códices antiguos, entre ellos una copia del texto que hoy conocemos como el Evangelio de Tomás.[1]

El texto consiste de 114 “dichos” de Jesucristo, y nada más (aparte de un breve verso de introducción). Los dichos están presentados mayormente sin organización y sin un patrón discernible. Casi todos empiezan con las palabras “dijo Jesús.”  Entre ellos, hay varios que se asemejan a los dichos de Jesús en los evangelios canónicos.  Por ejemplo:

Dijo Jesús: “He aquí que el sembrador salió, llenó su mano y desparramó. Algunos (granos de simiente) cayeron en el camino y vinieron los pájaros y se los llevaron. Otros cayeron sobre piedra y no arraigaron en la tierra ni hicieron germinar espigas hacia el cielo. Otros cayeron entre espinas —éstas ahogaron la simiente— y el gusano se los comió. Otros cayeron en tierra buena y (ésta) dio una buena cosecha, produciendo 60 y 120 veces por medida.” (Tomás 9) [2]

Sin embargo, hay otros dichos en Tomás que parecen muy diferentes a las palabras de Jesús que leemos en los evangelios canónicos, por ejemplo:

Dijo Jesús: “Si os preguntan: ‘¿De dónde habéis venido?’, decidles: ‘Nosotros procedemos de la luz, del lugar donde la luz tuvo su origen por sí misma; (allí) estaba afincada y se manifestó en su imagen.’ Si os preguntan: ‘¿Quién sois vosotros.?’, decid: ‘Somos sus hijos y somos los elegidos del Padre Viviente.’ Si se os pregunta: ‘¿Cuál es la señal de vuestro Padre que lleváis en vosotros mismos?’, decidles: ‘Es el movimiento y a la vez el reposo.’” (Tomás 50)

Ahora, para los Cristianos modernos es obvio que un dicho como el posterior no representa a “nuestro” Jesús.  Pero, algunos aseveran que tal reacción viene sencillamente por el hecho que estamos acostumbrados al Jesús de quien hemos aprendido en la iglesia.  Preguntan: ¿cómo podemos estar seguros de que “nuestro Jesús” es el mismo Jesús de la historia?  ¿Cómo podemos saber con seguridad que las palabras originales de Jesús no fueron cambiadas y distorsionadas por las autoridades eclesiales?   Tal vez, los dichos que encontramos en Tomás representan una capa más temprana y más histórica que los dichos que encontramos en los evangelios.

Entre los eruditos que han estudiado el Evangelio de Tomás, hay una tres maneras de responder a estas preguntas:

  • En América Latina, hay eruditos evangélicos quienes argumentan que varios dichos que encontramos en Tomás son originales. Tienen su origen en el 1er siglo, y capturan el pensamiento del Cristo histórico. No el Cristo que estamos acostumbrados a estudiar, no el “Cristo de la Iglesia,” sino un Cristo que no se encierra en una estructura religiosa, un Cristo salvaje y libertador. Argumentan que la iglesia capturó a Cristo y lo domesticó. Lo metío en una estructura eclesiástica, doctrinal y teológica, dejándonos con otro Cristo, muy diferente al Cristo de la historia. Tales eruditos aseveran, por tanto, que el Evangelio de Tomás es de gran valor en nuestra búsqueda del Cristo histórico y verdadero.
  • Algunos eruditos americanos y europeos- John Dominic Crossan, Elaine Pagels, y Bart Ehrman entre los más notables – presentan una perspectiva aún más radical. Según ellos, la iglesia “oficial” no solo domesticó al Jesús histórico, sino que la iglesia creó el personaje que hoy conocemos como Jesucristo. Lo que encontramos en los evangelios canónicos es la versión de Cristo y del Cristianismo que ganó la pelea histórica, el Cristianismo de Roma.  Para ellos, el Evangelio de Tomás es un texto importante, escrito en una forma independiente de los evangelios canónicos, que comprueba el hecho de que habían otros Cristianismos, y otras interpretaciones de la vida de Jesús en el primer siglo.[3]
  • Y finalmente, hay un gran número de eruditos evangélicos que ponen al Evangelio de Tomás en la categoría de la heterodoxia. Según ellos, el texto corresponde al movimiento Gnóstico – cuyas doctrinas principales estaban en conflicto con las enseñanzas del Cristianismo histórico. Tales eruditos sitúan el origen del texto en el 2do o 3er siglo, y argumentan que los dichos de Jesús que encontramos allí representan, en su mayor parte, modificaciones y distorsiones de los dichos canónicos de Jesucristo. Estos eruditos aseveran que Tomás es de interés en cuanto al estudio de antiguos movimientos heréticos, más no tiene ningún valor en cuanto a la búsqueda del Jesús histórico.

Yo pertenezco al tercer grupo, y hay dos argumentos principales que sostienen esta postura:

En primer lugar, se puede demostrar que los dichos de Jesús en el Evangelio de Tomás no son “originales”. Varios estudios que han analizado la estructura y el vocabulario de Tomás comprueban que el autor (o autores) de Tomás modificó varios pasajes del Nuevo Testamento.[4]  Por tanto, el texto no puede tener su origen en el primer siglo, y no puede reflejar una capa más antigua que los textos canónicos.  Muchos eruditos hoy en día, incluyendo John Meier, Christopher Tuckett, y NT Wright, colocan a Tomás en el 3er siglo, y lo consideran un documento que dependía de los evangelios sinópticos, y otros libros del NT.  Meier, en su obra magistral titulado A Marginal Jew: Rethinking the Historical Jesus, explica “Por el hecho que yo creo que los dichos del Evangelio de Tomás que coincidan con los sinópticos, de la verdad provienen de los sinópticos, y que otros dichos provienen del gnosticismo cristiano del 2do siglo, el Evangelio de Tomás no será consultada en nuestra búsqueda del Jesús histórico.”[5]

En segundo lugar, es prácticamente imposible reconciliar la teología del Evangelio de Tomás con la teología del Nuevo Testamento. Si el evangelio de Tomás representa el “el verdadero Jesús histórico”, entonces el testimonio doctrinal del Nuevo Testamento entero está errado.  Dado al hecho que los 27 libros del Nuevo Testamento representan la perspectiva teológica de diversas comunidades cristianas esparcidas por el mundo mediterráneo  -  es un poco difícil dar prioridad a Tomás sobre ellos.  Por lo tanto, tenemos que concluir que las comunidades que utilizaron el Evangelio de Tomás no eran “Cristianos”, sino que representaban categóricamente otro paradigma teológico.

El Gnosticismo

Aunque hay debate en esta área, para mi es bastante claro que el Evangelio de Tomás proviene de un paradigma gnóstico. Empezaremos con un breve resumen del Gnosticismo, [6] y después analizaremos el texto de Tomás para que podamos ver los paralelos.

En primer lugar, tenemos que aclarar que el Gnosticismo no es una religión en sí. Gnosticismo era un movimiento, un sistema de pensamiento que tenía diversas manifestaciones.  Se cree que una de estas manifestaciones era el “Cristianismo Gnóstico”, el cual tenía sus raíces con algunos grupos judíos del 1er siglo.  Las doctrinas del Cristianismo Gnóstico se resumen en la siguiente forma:

  • El mundo material fue el resultado de una catástrofe cósmica, y el mundo ha sido corrupto y malvado desde el principio.
  • Los seres humanos son espíritus atrapados en cuerpos físicos. El espíritu humano es preexistente, y tiene su origen en el ámbito divino.
  • La gran mayoría de las personas en el mundo no se han dado cuenta de esta realidad. Son como personas emborrachadas que necesitan volverse sobrios, o son como personas dormidas que necesitan despertarse.
  • Es por medio de la ciencia (gnosis) que el espíritu se puede escapar de la prisión del mundo material, y regresar al lugar de su origen celestial.
  • Jesús es él que vino del cielo para compartir la gnosis salvífica. Su muerte no fue expiatoria, y no resucitó.  El es el salvador por el hecho que enseña el camino a la salvación por medio de la sabiduría secreta.

El Evangelio de Tomás no presenta detalles sobre el sistema gnóstico. No obstante, hay muchos versos que reflejan la cosmovisión gnóstica:

Y dijo: “Quien encuentre el sentido de estas palabras no gustará la muerte.” (Tomás 1) Explicación: Los dichos son secretos, pero las personas quienes los entienden escaparán de     la muerte de este mundo.

“Dijo Jesús: ‘El que busca no debe dejar de buscar hasta tanto que encuentre. Y cuando encuentre se estremecerá, y tras su estremecimiento se llenará de admiración y reinará sobre el universo.’” (Tomás 2) Explicación: Cuando te das cuenta de que todo lo que habías creído sobre este mundo está equivocado, te turbas. Pero luego, cuando te das cuenta de la realidad, te asombras. Y al final, regresarás al ámbito divino de donde has   venido, y reinarás con los otros espíritus divinos allí.

“Cuando lleguéis a conoceros a vosotros mismos, entonces seréis conocidos y caeréis en la cuenta de que sois hijos del Padre Viviente. Pero si no os conocéis a vosotros mismos, estáis sumidos en la pobreza y sois la pobreza misma.” (Tomás 3) Explicación: El secreto de la salvación es que una persona tiene que darse cuenta de su origen divino.

“Dijo Jesús: ‘El que la carne haya llegado a ser gracias al espíritu es un prodigio; pero el que el espíritu (haya llegado a ser) gracias al cuerpo, es prodigio [de prodigios]. Y yo me maravillo cómo esta gran riqueza ha venido a alojarse en esta pobreza.’”(Tomás 29)  Explicación:  Es increíble que este mundo material se haya vuelto una prisión para los espíritus divinos. Pero es imposible que hubiera sido al revés. Es decir, es imposible que el espíritu humano hubiera tenido su origen con la creación de la materia.

“Dijo Jesús: ‘Pasará este cielo y pasará asimismo el que está encima de él. Y los muertos no viven ya, y los que están vivos no morirán. Cuando comíais lo que estaba muerto, lo hacíais revivir; ¿qué vais a hacer cuando estéis en la luz? El día en que erais una misma cosa, os hicisteis dos; después de haberos hecho dos, ¿qué vais a hacer?.’” (Tomás 11) Explicación: Los muertos son hechos de materia. Lo que es espíritu, y no materia, no puede morir. Antes, eras un espíritu unido. Pero ahora que estás atrapado en un cuerpo físico, eres dos cosas: cuerpo y espíritu. El espíritu tiene que escapar, para que te vuelvas a ser una sola cosa: espíritu.

Y agregamos unos dichos esotéricos que reflejan la naturaleza secreta de la ciencia oculta:

“Jesús dijo: ‘Dichoso el león que al ser ingerido por un hombre se hace hombre; abominable el hombre que se deja devorar por un león y éste se hace hombre.’” (Tomás 7 )

“Dijo Jesús: ‘Quien bebe de mi boca, vendrá a ser como yo; y yo mismo me convertiré en él, y lo que está oculto le será revelado.’” (Tomás 108)

“Simón Pedro les dijo: ‘¡Que se aleje María de nosotros!, pues las mujeres no son dignas de la vida.’ Dijo Jesús: ‘Mira, yo me encargaré de hacerla macho, de manera que también ella se convierta en un espíritu viviente, idéntico a vosotros los hombres: pues toda mujer que se haga varón, entrará en el reino del cielo.’” (Tomás 114)

En su libro The New Testament and the People of God, NT Wright llega a la siguiente conclusión sobre el Evangelio de Tomás:

La historia implícita tiene que ver con una persona que imparte una sabiduría secreta y escondida a sus seguidores, para que puedan percibir una nueva verdad y ser salvos por ella. Los Cristianos de Tomás reciben la verdad sobre sus orígenes divinos, y reciben la contraseñas que van a necesitar para el viaje de vuelta a su hogar celestial . . . Este libro representa una traducción radical, y aun una subversión, del Cristianismo del primer siglo. Lo convierte en otra clase de religión . . . Tomás representa un universo simbólico, y una cosmovisión radicalmente diferente a la cosmovisión del Judaísmo Temprano y el Cristianismo.[7]

Lo que vemos en Tomás es una perspectiva teológica muy ajena el Cristianismo ortodoxo.  En una las publicaciones mas recientes sobre este texto, Ian Brown argumenta que texto probablemente fue escrito por judíos Platonistas viviendo en la ciudad de Alejandría, Egipto.[8]  Este texto no fue suprimido por “La Iglesia Católica.”  Es un libro que nunca recibió reconocimiento entre la comunidad Cristiana. Al final del 2do siglo, Tatiano (de Siria) no lo incluyó en su Diatessaron, e Ireneo de Lyons (Francia) no lo mencionó entre los evangelios reconocidos.   Mucho tiempo antes de la formación de lo que podríamos llamar “La Iglesia Católica”, el libro fue condenado como herejía por Hipólito de Roma (222 -235 CE) y por Origen de Alejandría (233 CE).  El libro fue rechazado desde el principio por el simple hecho de que su panorama teológica, en general, es ajena a la proclamación de Jesús en los evangelios canónicos, y contradictoria a la doctrina ortodoxa presentada en el Nuevo Testamento.

En conclusión, quisiera recalcar lo que dije al principio de este artículo: Hay muchos textos del los primeros siglos que son muy valiosos en cuanto a nuestro entendimiento del Cristianismo primitivo. Es importante que sepamos que el Nuevo Testamento no cuenta la historia completa. Aun durante el primer siglo habían otras comunidades cristianas, con otras experiencias y perspectivas, las cuales no están mencionadas en el Nuevo Testamento.  Hay varios textos no canónicos que nos dan un vislumbre sobre estas comunidades cristianas.

Al mismo tiempo, en los primeros siglos del cristianismo había una gran cantidad de textos heterodoxos, los cuales presentaban doctrinas y teologías contrarias a las enseñanzas de Jesús y la comunidad de los apóstoles.  Estos textos, y las comunidades que representaban, no fueron atacados y suprimidos por un pequeño grupo de hombres poderosos. No habían conspiraciones secretas. Estos textos no sobrevivieron sencillamente por el hecho de que los cristianos, en diversas partes del mundo, podían discernir que las enseñanzas de estos libros (como el Evangelio de Tomás) no concordaban con el cuerpo de doctrina que se había transmitido desde la época de Cristo y los apóstoles.

 

 

[1] Los códices, escritos en Copta en el siglo cuatro ahora son conocidos como (NHC II,2).  Con este descubrimiento, los eruditos se dieron cuenta que unos fragmentos de un texto griego (P Oxy 1, 654, 655), descubiertos 50 años antes en la aldea de Oxyrynchus, también pertenecían al mismo texto de Tomás.

[2] Este verso y los siguientes: Los Evangelios Apócrifos, por Aurelio De Santos Otero,  http://escrituras.tripod.com/Textos/EvTomasGn.htm 

[3] Aunque varios eruditos sitúan al Evangelio de Tomás en el 1er siglo, muy pocos entre ellos creen la mayor parte de la logia en Tomás son dichos históricos de Jesús. Por lo general, los únicos dichos que han sido reconocidos como históricos son los mismos que se encuentran en los otros evangelios.  Stephen Patterson  (The Gospel of Thomas and Christian Origins : Essays on the Fifth Gospel. Leiden: Brill, 2013, p  ) nota que: “Pocos están convencidos que Tomás rendirá un numero significante de nuevos dichos, que se puede agregar al cuerpo auténtico de la tradición de Jesús. Aun los miembros del Jesus Seminar, la mayoría de quienes consideran a Tomás una fuente independiente, no atribuyen los nuevos dichos de Tomas al Jesús histórico.” 

[4] Cf Mark Goodcare, Thomas and the Gospels. Grand Rapids:Eerdmans, 2012 Simon Gathercole,The Gospel of Thomas: Introduction and Commentary. Leiden:Brill, 2019.

[5] John Meier, A Marginal Jew, Vol. 3. New Haven: Yale, 2001, p. 124-139. 

[6]  Bart Ehrman, Lost Christianities. New York:Oxford, 2003, p. 59 – 63.

[7] NT Wright, The New Testament and the People of God. Minneapolis: Fortress Press, 1992, p 443

[8] Ian Brown, “Where Indeed Was the Gospel of Thomas Written? Thomas in Alexandria.” JBL 138 no.2 (2019):451-472.

David Clark es docente y Director de Investigación en el Seminario Sudamericano (SEMISUD) en Quito, Ecuador. Es Magister en Divinidad (MDiv) de Bethel University (EU), y Doctor en Teología Histórica (PhD) de Nottingham University (RU). Ha publicado 2 libros: The Lord's Prayer: Origins and Early Interpretations (Brepols, 2016), On Earth as in Heaven (Fortress Press, 2017), y numerosos artículos académicos.