La tarea principal que queda por delante de la iglesia en América Latina es la formación de su identidad. No como una misión dependiente del extranjero. No como una réplica latinizada. Pero tampoco como una iglesia independiente que ha rechazado sus raíces y su historia. Nuestra visión es que la iglesia en América Latina sea un pleno participante, y un líder entre la comunidad global de la iglesia evangélica.
Hacia este fin, la formación teológica tendrá un papel de suma importancia. La visión de esta publicación es de dar voz a los lideres teológicos de América Latina, alcanzando al mayor numero de personas posible, con el fin de fomentar un avivamiento de erudición en nuestra región.
Consideramos que la modalidad de una revista digital es algo estratégico. Las mentes de esta generación de líderes serán formadas no tanto por los libros que encuentran en las bibliotecas o las librerías cristianas. La influencia principal vendrá por medio de lo que ellos encuentran en línea. Un problema que enfrentamos es la gran falta de material de alta calidad académica, que presenta soluciones constructivas a los desafíos que ahora estamos enfrentando.
Ya existen algunas publicaciones digitales con una orientación académica. Veremos un ejemplo en particular, donde hay una fuerte tendencia hacia la hermenéutica de deconstrucción. Mi inquietud es que la aplicación de esta hermenéutica podría resultar en la corrosión de las fundaciones teológicas de la iglesia evangélica en América Latina, y un rechazo de las relaciones históricas que han sido importantes para el crecimiento de la iglesia en esta región.
El objetivo de nuestra revista, El Arado, es de ofrecer una alternativa constructiva. Mientras no estamos indispuestos de mirar a nuestras fundaciones con el ojo crítico, reconocemos que un rechazo completo de ellas no es el mejor camino hacia el futuro. La iglesia en América Latina ha llegado a su madurez. Los lideres teológicos de esta región ahora tienen que tomar su lugar en la mesa. Listos para hablar, y listos para escuchar. Listos para aprender, y listos para enseñar. Llegaremos listos para cumplir con el propósito que Dios tiene para nosotros entre las naciones.
Hablemos sobre tres puntos en particular
- La crisis de identidad que está enfrentando la iglesia en América Latina, y la necesidad de liderazgo teológico.
- Las tendencias deconstructivas que están de moda entre varios teólogos hispanos, y la razón por la cual este camino no funciona.
- El camino hacia una erudición internacional e interdependiente.
1. La Crisis de Identidad
El historiador Cubano-Americano Justo Gonzalez ha identificado 5 preguntas desafiantes que enfrentan la iglesia Latinoamérica en el siglo 21.[1]
- ¿Como podrá la iglesia aprovechar de su vitalidad espiritual para tener un impacto positivo en la sociedad?
- ¿Cuál será el rol del pentecostalismo dentro y fuera de la comunidad cristiana?
- ¿Cómo trataremos el tema del pluralismo religioso?
- ¿Cómo podemos generar una teología y una expresión religiosa mas contextualizadas?
- ¿Cuál será nuestra respuesta al pensamiento posmoderno?
Mi observación es que hay un alto nivel de discordia en cuanto a la manera que la comunidad evangélica está respondiendo a estas preguntas.
- En cuanto a la nuestra relación con la sociedad, observamos en un extremo, el aislamiento total de la teología milenaria, y en el otro extremo observamos una tendencia hacia la teocracia.
- En cuanto al movimiento pentecostal, vemos la historia de un gigante que no ha realizado la potencial de su impacto.
- Sobre el tema de pluralismo religioso, observamos que hay una disposición general de torcer, ignorar o descartar el sistema soteriológico que la Biblia presenta.
- Sobre el tema de contextualización, vemos la gran necesidad de restaurar y redimir la belleza las diversas culturas del mundo.
- Y en cuanto al pensamiento posmoderno, todavía no hemos generado una hermenéutica en la cual afirmamos la validez de diversas perspectivas, sin socavar nuestra epistemología histórica, y la unidad que hemos disfrutado a causa de ella.
En medio de estos desafíos, y el caos que caracteriza nuestra respuesta a cada uno de ellos, la necesidad urgente de nuestros días es el desarrollo de liderazgo teológico. Necesitamos a mujeres y hombres capaces de articular una teología bíblica e integrada, la cual dará al pueblo evangélico un sentir de coherencia, unidad e identidad.
2. La Tendencia Deconstructiva
Entre algunas corrientes teológicas, y agrupaciones académicas, hay una fuerte tendencia de criticar y culpar a la iglesia norteamericana por los problemas que actualmente existen en la iglesia latinoamericana.
Como era de esperar, el internet ha sido el caldo de cultivo para estas líneas de pensamiento. Veamos unos ejemplos sacados de la revista digital Lupa Protestante, publicado desde 2005 en España.
En un artículo titulado “Teología Inclusíva y Tolerante: El Peligro del Evangelicalismo” Máximo Garcia Ruiz, enfrenta el “peligro del evangelicalismo,” excoriando “los colectivos evangélicos subsidiarios del evangelicalismo fundamentalista importado desde los Estados Unidos pasando por las crecientes colectividades latinoamericanas, imbuidas por la perniciosa, falaz y herética doctrina que proclama la inerrancia de la Biblia.”[2]
En otro artículo titulado “La deriva ultraderechista del evangelicalismo pentecostal y los derechos humanos”[3] Alfonso Ropero observa que hay entre “muchos creyentes conservadores (latinoamericanos) una referencia burlona y despectiva de los derechos humanos, como si fueran una excusa de los humanistas izquierdosos para consentir la delincuencia y dar carta blanca a los subversivos del sistema.”
Definitivamente su inquietud es algo válido. Sin embargo, Ropero sigue la corriente de muchos teólogos liberales cuando él concluye que la raíz de toda esta maldad es el Gran Satanás, los Estados Unidos. Reclamando específicamente al capitán de las huestes diabólicas, Ronald Reagan, Ropero escribe:
A mí personalmente, esto me llama poderosamente la atención y me lleva a sospechar la existencia de hilos “invisibles” que manejan, dictan y determinan la política de muchos líderes religiosos. Hilos movidos por agencias muy poderosas, interesadas en imponer sus políticas a todo el mundo. Es un tema que habrá que dejar para otra ocasión, pero es un hecho incuestionable que desde los años 80 del siglo pasado, el gobierno de Reagan apoyó a los evangélicos para frenar la teología de la liberación y cualquier veleidad socialista, e introducir en su lugar la teoría económica neoliberal. En esta lucha de poderes nada mejor que utilizar la religión popular, ajena a la reflexión y al estudio académico de las causas de su propio malestar, miseria y dominación.
Y finalmente, el reverendo Juan María Tellería nos hace ver que el alcance corrosivo de la doctrina Norteamericana no ha sido limitado a América Latina:
Constatamos en el evangelicalismo español actual una creciente marea fundamentalista, desgraciadamente orquestada por perfectos don nadies de producción nacional, siempre apoyados o alentados, cuando no pretendidamente “liderados” por algún que otro Míster Nobody o Monsieur Personne de origen foráneo, pero todos ellos cortados por un mismo patrón: gentes frustradas, sin duda fracasadas en diversos ámbitos de sus vidas, sustancialmente ignorantes, corroídas por la envidia hacia otros que han destcado en diferentes ámbitos religiosos por méritos propios (por la Gracia de Dios, para expresarnos de un modo más teológico), y en definitiva llenas de un odio y un resentimiento tan grandes que nos hacen cuestionarnos muy seriamente la sinceridad de su pretendido cristianismo o de su misma conversión.[4]
La pregunta que yo tengo es: cual podría ser el propósito de esta clase de rabia? Yo comparto algunas inquietudes con Garcia Ruiz, Ropero, y Tellería. ¿Que me preocupa la disposición de algunos pueblos evangélicos de formar alianzas con personajes políticos que no comparten nuestros valores ni nuestra moralidad? Si. ¿Que tengo problemas con la hermenéutica fundamentalista? Si. Pero cuando el diálogo académico deja de ser un intercambio de ideas, y se convierte en un conflicto entre nacionalidades, historias, grupos políticos, y culturas - allí desaprovechamos de la oportunidad de mantener un diálogo de beneficio mutuo. A mi me encantaría tener diálogo con mis colegas españoles, pero su vitriolo hacia mi nación y mi iglesia lo hace prácticamente imposible.
Ahora bien, ¿que los misioneros hemos cometido errores? Si, definitivamente hemos cometido errores. ¿Que estos errores han tenido consecuencias fuertes en el desarrollo de la iglesia y la sociedad en América Latina? Si. Como un misionero Norteamericano, yo quiero confesar que en varias ocasiones, he sido pronto para hablar, y lento para escuchar. Soy culpable de arrogancia cultural, y etnocentrismo. En ocasiones he buscado mi propio bienestar, y mi propia fama, en vez de dar preferencia a otros. Yo soy culpable, mis compañeros contemporáneos y pasados son culpables. Y como representante de la comunidad misionera norteamericana, les pido perdón.
Al mismo tiempo, ruego por su comprensión. No somos agentes del CIA. Y no estamos aquí con fines políticos, como Alfonso Ropero insinúa. No somos los Mister Nobodies de Juan Maria Tellería, personas fracasadas, tratando de encontrar importancia en el extranjero. No somos colonialistas. En el transcurso de los últimos 32 años, yo he conocido a centenas de misioneros norteamericanos en casi todos los países de América Latina: Argentina, Bolivia, Chile, Colombia, Cuba, La República Dominicana, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Panamá, Peru, y también España. La gran mayoría de ellos han sido personas que aman a Cristo con todo su corazón, y que han dejado casas, terrenos, madres, padres, familia, lengua y cultura con el fin de proclamar el amor de Cristo entre las naciones. Si quieren criticar nuestras metodologías, nosotros estamos dispuestos de participar en ese dialogo. Pero por favor, no juzguen los motivos de nuestros corazones.
La historia de los misioneros y los pueblos latinos es una historia compartida. Juntos deberíamos - y tenemos que criticar las metodologías del pasado. Pero mi aviso es este: Mucho ojo - que en el proceso de criticar la metodología, no sea que critiquemos el mensaje que nos trajo vida. En Inglés tenemos el dicho “Don’t throw out the baby with the bathwater.” Es decir, cuando botas el agua de la tina, ten cuidado de botar al bebe también.
El tesoro del evangelio llegó a Latinoamérica en vasos de barro. Desechen el barro, pero no desechen el tesoro que se encontró dentro de él. Critiquen el mensajero, mas no critiquen el mensaje. Mi preocupación es que hay ciertas tendencias la Teología Latinoamericana que podrían amenazar las mismas fundaciones sobre las cuales esta iglesia fue edificada. Si seguimos socavando nuestras fundaciones como la infalibilidad de la Biblia, la unicidad y universalidad de salvación por medio de Jesucristo, y el paradigma bíblico de moralidad sexual - correremos el riesgo de provocar el derrumbe del mismo tronco que nos sostiene.
Tomemos en cuenta el aviso de George Orwell:
Nos pasamos doscientos años aserrando y aserrando y aserrando la rama en que estábamos sentados. Y al final, mucho más repentinamente de lo que nadie predijo, nuestros esfuerzos fueron recompensados, y caímos. Pero, por desgracia, ha habido una pequeña equivocación: lo que había en el suelo no era un lecho de rosas después de todo; era un pozo ciego lleno de alambre de púas... Parece que la amputación del alma no es un trabajo quirúrgico sencillo, como que le extirpen el apéndice a uno. La herida tiene tendencia a infectarse.—GEORGE ORWELL Notes on the Way, 1940 [5]
3. Finalmente quiero compartir tres principios que nos pondrán sobre un camino constructivo:
A. Tenemos que dar primer lugar a la excelencia académica.
Todo el mundo ha sido testigo del crecimiento espectacular de la iglesia en América Latina. Desde unos 50,000 en el año 1910, ahora hemos sobrepasado los 65 millones. Lo que el mundo quiere saber, particularmente la comunidad erudita, es si el emperador de verdad tiene un traje nuevo. Es decir, el mundo quiere saber si este movimiento, particularmente el pentecostalismo, tiene una base teológica e intelectual, o si ha sido nada más un movimiento de emocionalismo.
Lo que queremos lograr con El Arado es la aparición de una nueva generación de líderes teológicos. Mujeres y hombres que no van a diluir ni ablandar la riqueza y la profundidad de nuestra fe evangélica y nuestra experiencia Pentecostal. No vamos a permitir que llamen “sustancialmente ignorantes”, sino que vamos a demostrar la capacidad de defender nuestras ideas, explicar nuestras experiencias, y ganar el respeto del mundo.
B. Nuestra erudición tiene que ser internacional
No creo que sea un punto controversial cuando yo digo que la erudición de nuestra comunidad requiere actualización en algunas áreas importantes. En lo que es la participación en el diálogo erudito internacional, reconozco que hemos enfrentado barreras significantes: la falta de recursos académicos en español, la falta de finanzas para participar en conferencias internacionales, y la falta de acceso general a instituciones donde uno puede estudiar teología a los niveles más altos.
Por medio de este proyecto El Arado, queremos llegar a la mesa, y participar en la conversación. Pero tengo que avisarles que en el mundo académico internacional, no hay misericordia. La regla es la supervivencia de los mas aptos. No podemos llegar a la mesa con ideas desactualizadas. La erudición de 40 años para atrás ya es anciana, la de 50 años para atrás corresponde a la edad de piedra, la de 70 años para atrás ya es extinta. Tenemos que ponernos al día.
De una manera u otra, tenemos que superar los obstáculos históricos que nos han impedido. Si hay que aprender Inglés, aprendamos Inglés! Si hay que aprender Alemán, aprendamos Alemán. Lo que no podemos hacer es conformarnos con el perspectivismo de una erudición regional. Tenemos que ser eruditos internacionales, con la capacidad de dialogar tras lenguas, disciplinas, culturas, nacionalidades, y tradiciones.
Y cuando entramos en este dialogo, tenemos que hacerlo con amor Cristiano y con respeto hacia todos. Deberíamos evaluar las ideas de nuestros colegas en el mundo académico sin juicos, sin acusaciones, sin ataques personales, y sin poner a las personas dentro de “categorías”, sea de nacionalidad, doctrina o cultura. La mejor erudición es la erudición ciega. Por ejemplo, cuando una revista académica considera un artículo para publicación, el proceso de revisión es 100 objetivo. A los editores les llega un archivo sin ningún dato sobre el autor. No quieren saber ni de su género, ni de su nacionalidad, ni de su denominación, ni de su edad, ni de su trasfondo académico. La evaluación es 100% basada en la calidad de sus ideas.
C. Tenemos que tratar la Teología como una disciplina de interdependencia
La erudición teológica es un desempeño que tiene lugar en el contexto de una comunidad académica. La meta de una investigación académica no se trata de comprobar una verdad científica. La calidad de mi investigación se establece por medio de la recepción que mi tesis recibe entre la comunidad erudita. En cierta manera, rendimos cuenta los unos a los otros. Debería haber respeto, junto la disposición de desafiar los unos a los otros. Reconocemos la pericia de nuestros colegas, y al mismo tiempo exigimos que defiendan sus posturas.
Somos buenos eruditos cuando nos comprometemos con el dialogo critico-constructivo. Nuestros paradigmas intelectuales serán fortalecidos por medio del intercambio de ideas, por medio del debate, y por medio de libre expresión. En mi caso personal, participación en el diálogo erudito ha sido la causa de mucha desilusión: mis propuestas han sido negadas, mis libros criticados, y mis artículos rechazados, y mi orgullo ha sido ofendido. Sin embargo, tal como el hierro se afila con el hierro, he aprendido que participación en la conversación critica es un paso importante en el crecimiento intelectual. Y esto es un elemento importante de la interdependencia.
Otro elemento de la interdependencia, y va relacionado con el anterior, se trata de nuestra actitud hacia personas que son diferentes a nosotros.
Desde el momento de mi llegada al Seminario Sudamericano, he tenido la oportunidad de evaluar las teologías comparativas de América Latina y los Estados Unidos. Durante este tiempo, me he dado cuenta que me esperan lindas sorpresas aun dentro de paradigmas y sistemas teológicas que no comparto. Se toma por sentado que es muy difícil que un evangélico norteamericano esté de acuerdo con la teología de liberación como un paradigma completo. Sin embargo, cuando yo leo sobre la manera que el jesuita Jon Sobrino explica su epistemología, me doy cuenta que hay cosas allí que yo puedo aprender.
Sobrino lo explica en esta manera: El pensamiento afecta la manera que el hombre vive. Pero al mismo tiempo, la manera que el hombre vive afecta su pensamiento.[6] En esta manera, podemos afirmar que aun dentro de la teología, hay ciertos elementos de nuestro conocimiento de Dios que provienen exclusivamente de nuestras experiencias. Por tanto, yo no puedo imponer lo que proviene únicamente de mi experiencia (sea cultural o social) sobre otras personas. Y además, si yo deseo conocer mas a Dios, yo debería escuchar a personas que pertenecen a culturas o grupos sociales que son diferentes a los míos. Todo esto es para decir que la experiencia humana también forma parte de la epistemología cristiana.
Lo que me inquieta de la teología de liberación (tanto como el pensamiento Marxista que lo influye), es que suele hacia una dicotomía de “nosotros y ellos”. En el área de Teología, la creencia es que las doctrinas tradicionales de la iglesia eran herramientas de los ricos y poderosos para aumentar y extender su poder, y para mantener el control. Es por esta razón que justicia para los pobres requiere un rechazo no solamente del sistema de injusticia, sino también las ideas y doctrinas que lo sostenían. Desde mi punto de vista, es esta misma dinámica que ha empujado a algunos pensadores cristianos en América Latina no solamente hacia un rechazo del sistema capitalista y colonialista de los Estados Unidos, sino también un rechazo de las doctrinas evangélicas que (según ellos, y erróneamente) han sostenido este sistema desde el principio.
Pero yo quisiera apelar a las racionalidades mas nobles de la Teología de Liberación. Una vez que hemos puesto a un lado las acusaciones, los juicios y los prejuicios, nos quedamos con la idea básica que el único Dios verdadero, el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, se revela a diferentes personas en diferentes maneras. Si yo verdaderamente quiero saber mas de mi Dios, necesito saber mas de ti, de tu cultura, de tu experiencia, y de tu perspectiva.
En esta manera reconocemos que dependemos los unos de los otros. Esta es la relación de interdependencia teológica. Por favor, pongamos a un lado nuestras diferencias de nacionalidad, cultura, y nivel social. Reconozcamos que en el cuerpo de Jesucristo, ya no hay venezolano y norteamericano, ecuatoriano y brasileño, hombre y mujer. Somos un cuerpo, que Dios ha creado con el fin de que fortalezcamos los unos a los otros, y que cumplamos con la visión y el propósito que Dios tiene para nuestras vidas.
[1] González, Justo L.. Christianity in Latin America: A History (p. 300). Cambridge University Press. Kindle Edition.
[2] http://www.lupaprotestante.com/blog/teologia-inclusiva-y-tolerante-el-peligro-del-evangelicalismo-maximo-garcia-ruiz/
[3] http://www.lupaprotestante.com/blog/la-deriva-ultraderechista-del-evangelicalismo-pentecostal-y-los-derechos-humanos-alfonso-ropero/
[4] http://www.lupaprotestante.com/blog/la-amarga-frustracion-los-don-nadies-juan-maria-telleria/
[5] Mangalwadi, Vishal. El libro que dio forma al mundo (Spanish Edition) (p. 3). Grupo Nelson. Kindle Edition.
[6] González, Justo L.. Christianity in Latin America: A History (p. 256). Cambridge University Press. Kindle Edition.
David Clark es docente y Director de Investigación en el Seminario Sudamericano (SEMISUD) en Quito, Ecuador. Es Magister en Divinidad (MDiv) de Bethel University (EU), y Doctor en Teología Histórica (PhD) de Nottingham University (RU). Ha publicado 2 libros: The Lord's Prayer: Origins and Early Interpretations (Brepols, 2016), On Earth as in Heaven (Fortress Press, 2017), y numerosos artículos académicos.